miércoles, 31 de diciembre de 2008

Feliz 2009


Leo las páginas de un periódico cualquiera: guerra, misiles, recesión, expedientes reguladores de empleo, crisis, atentado, violencia de género, marea negra... Y deseo, con sencillez pero todo corazón, que el nuevo año venga cargado de buenas noticias.

¡Que no cesemos nunca en ese empeño!

sábado, 27 de diciembre de 2008

Después de los turrones...

Después de los turrones, una gripe y demás llega el momento de hacer balance.
La presentación de Mi planeta de chocolate en la Librería Masdelibros de Huesca resultó tan bien como las anteriores... ¡Al igual que las dos sesiones de cuentacuentos que le siguieron en el IES. Sierra de Guara!
Gracias a Jesús por su hospitalidad, a Myrian por el reportaje publicado en El Diario del Alto Aragón, a Blanca por la tarea que realiza en favor de la lectura, a Chocolates Lacasa por cedernos sus especialidades. ¡Con amigos así, no es de extrañar que en Huesca me sienta siempre como en mi casa!

Llegan también las primeras críticas al libro. A muchos, quizá por la inocencia de su pequeño protagonista, les recuerda La vida es bella del genial Roberto Benigni. A otros les parece "delicioso", a alguno "le ha sabido a chocolate" y, según mi amiga Valeria, "si llega a publicarlo Planeta estaríamos hablando de un auténtico bestseller". Me encanta quien considera esta novela como una tesis que pretende demostrar algo: que los sueños sólo se alcanzan si se persiguen. Aunque eso sí, también tengo asumido que habrá más de uno a quien ni le guste ni le deje de gustar.

Con independencia de ello, la repercusión en los medios está siendo extraordinaria. Más de 4.000 entradas en google, decenas de entrevistas para España, México y otros países latinoamericanos, un aluvión de visitas en google analytics. Y es que Mi planeta de chocolate tiene ingredientes de sobra para agradar. Ahora sólo falta esa pizca de suerte para que también funcione en las librerías.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

Y de nuevo, soñé...
...con una barriada de Palestina donde hace más de 2000 años vivía un prestamista llamado Mino. Era huraño, solitario, pasaba las horas repasando sus cuentas y apenas tenía contacto con otros aldeanos.
Una mañana al despertar descubrió su pañuelo anudado. Era un nudo marinero, de esos que solía hacer cada vez que quería recordar algo importante, pero no cayó en la cuenta de por qué pudiera ser.
Tal vez debiese cobrar la iguala que impusiera el usurero, preparar sus aparejos al afilador o dorar el mango de algún cayado.
- Seguro que alguien pretende meter sus rebaños en mis tierras sin pagar tributo -pensó-. Pondré espino sobre la cerca.
Mas aquellas razones no acababan de convencerle.
Mientras cavilaba sobre los motivos del nudo, llamaron a su puerta.
- ¿Quién vendrá molestando a estas horas?
Era un hombre con barbas, túnica sencilla sin cordel, sandalias de esparto. Tiraba de su mula sobre la que iba una mujer encinta; hermosa ella, muy hermosa, desprendiendo una dulzura extraordinaria.
- Bien hallado, buen hombre -dijo aquel visitante-. Soy José de Nazaret, de oficio carpintero, junto a mi esposa María. Esta noche dará a luz un niño que se llamará Jesús, y quisiéramos pedir asilo en vuestra morada.
Pero Mino no estaba para tonterías.
- Si quieren parir gratis que vayan a Jericó -refunfuñó mientras les cerraba de un portazo.
Media hora más tarde un ángel posó sobre el tejado. Anunciaba glorias, si bien con tanto aleluya podía estropear alguna teja. Tuvo que echarlo a pedradas.
Llegaron las hilanderas, los cabreros, un flautista, cien aguadores, un cometa con estela, millones de pastorcillos…
- ¡Qué demonios querrá tanta gentuza! Cuánto vago anda suelto por el mundo. Más les valdría pagar lo que deben. ¡Fuera!
A pesar de sus desaires, todos permanecían en las lindes de la finca. Hasta que alguien nombró un pesebre y partieron hacia él.
No mucho después vinieron tres señores con corona, montados sobre camellos. Dijeron que eran Reyes. Mino no les creyó:
- ¿Cómo van a ser monarcas dos viejos y un negro? ¿Oro, incienso, mirra…? A mí no me engañan. ¡A la calle!
Mientras, en un portal de Belén se encendía una luz maravillosa. La nieve pinta el paisaje y el viento susurra villancicos.
- ¡Idioteces! -murmuró el prestamista.
Y volvió a su libro de créditos, a cebarse con la lista de morosos, a contar los reales de su arcón. Así pasó el día.
Hasta que entrada la noche recordó por que estaba anudado su pañuelo. Un ángel le había revelado la tarde anterior que su hogar fue elegido para que en él naciera el hijo de Dios. Decidió hacer aquel nudo para no olvidarlo, pero lo olvidó. Le falló la Memoria.
Fue el único habitante de la región que no asistió al alumbramiento. Absorto por su avaricia, fue incapaz de atar indicios, de atender los argumentos de sus paisanos, de razonar. Le falló el Pensamiento.
En su egoísmo despreció a los semejantes por su edad, su color, su empleo, su condición. Le falló el Amor.
Mino aprendió ese día una lección. Y es que en todo momento, incluso en aquellos que parezcan los peores, no debe faltarnos la Memoria en forma de experiencia (alguien dijo de ella que no es lo que has vivido, sino lo que has reflexionado), el Pensamiento a modo de razón, y el Amor, siempre el amor, en cualquiera de sus representaciones. ¡Aunque para recordarlo tengamos que anudar nuestro pañuelo!

Nota: Texto perteneciente al cuento "El nudo en mi pañuelo" incluido en mi primer libro "El amor azul marino".

viernes, 19 de diciembre de 2008

De Madrid... a Huesca

Siempre es emotivo volver a Madrid. Esa ciudad en la que viví diez años y en la que tengo tantos amigos. Muchos de ellos, a pesar del frío y las prisas, pudieron acompañarme el pasado martes en la presentación de la Casa del Libro. Agustín llegó directo del hospital, pues acaba de ser padre. Ignacio cerró antes su consulta. Candi dejó a los niños con su hermana. Alberto, Margarita, Dionisio, Miquela... y otros muchos a los que no conocía. Así no es de extrañar que hubiera lleno, que todos los ejemplares se agotaran.
Los escritores José Enrique Canabal y Juan Patricio Lombera fueron los presentadores. ¡Un lujo! Miguel Ángel, mi editor, puso cava, simpatía y chocolate. Paco, en nombre de Aldeas Infantiles, agradeció públicamente la cesión de mis derechos. Y yo, sintiéndome así de arropado, diserté sobre mi libro.
"Mi planeta de chocolate" pretende ser un alegato en favor de muchas cosas: los cuentos, la inocencia, la infancia, las víctimas sin adjetivos, la cordura, la imaginación... Y por supuesto, la amistad.
El próximo lunes, a las diez y media de la mañana, presentamos en Huesca. Será en la Librería Masdelibros. Luego, a las doce, haré dos sesiones de cuentacuentos en el I.E.S. Sierra de Guara. Va a estar bonito. ¡Y lo mejor, seguro que aguardan nuevos amigos!

sábado, 13 de diciembre de 2008

Próxima parada: Madrid

Como decía mi abuelo, de bien nacidos es ser agradecido. Así que empezaré dando las gracias a las 200 personas que ayer me acompañaron en la presentación de "Mi planeta de chocolate" en el Auditorio Ángel Barja del Conservatorio de León. Gracias a Mª Jesús, su directora, porque todo fueron facilidades. A Antonio, por haber hecho una presentación tan cercana como entrañable. A Héctor, por llenar de música mis palabras. A todos.
Fue un acto bonito en el que cumplí lo prometido: hubo chocolates, piano, sonrisas... Y, cómo no, alguna de las aventuras de Benito Expósito Expósito, el pequeño protagonista de esta historia.
El martes 16 desembarcamos en Madrid. Por la mañana será la presentación a los medios de comunicación. Por la tarde, a las 20:00 horas, el acto abierto al público en la Casa del Libro, situada en la calle Hermosilla 21. Si podéis y os apetece, nos veremos allí. Hasta entonces, buen fin de semana con color y sabor a chocolate.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Bienvenidos a mi planeta

¡Por fin! Está aquí. Mi planeta de chocolate ha visto la luz una semana antes de lo previsto. Me da que se ha anticipado porque estaba tan inquieto como yo.
De hecho, ya asoma en el escaparate de una librería. En verdad que el librero es amigo y estaba muy al tanto, pero eso lo dejamos para el anecdotario. Además, ¿acaso los amigos no están también para eso?
Ha quedado bonito. Para ser sincero, muy muy bonito.
Ahora hace falta que cumpla con su último objetivo: entretener a los lectores. Desde luego el primero, que era entretenerme a mí, lo ha conseguido con creces.
Llega también el capítulo de las presentaciones. Empezaremos en una semana. Concretamente en el Auditorio Ángel Barja del Conservatorio de León (calle Santa Nonia), a las 20:15 horas del viernes 12 de diciembre. Habrá muchos cuentos, una historia, mil sonrisas, algún dulce... ¡Qué pasada!
Deseo que os guste, porque así es mi planeta de chocolate.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

En el país de los Ticos

Costa Rica es la nación de los Ticos. Así suena el apodo cariñoso con el que se conoce a sus habitantes, amparados en la costumbre de usar los diminutivos. Y es que en un país, pequeño en superficie como el suyo, no gustan de abusar de los excesos.
Sin embargo, Costa Rica tiene un tesoro que le hace inmensa: Naturaleza. Cual si fuera un pedacito de Edén, alberga en su territorio una parte importante de la biodiversidad mundial, un aluvión de especies, mil y una orquídeas, decenas de parques, siete reservas biológicas, un millón de microclimas... Quetzales, un tucán, dos colibríes... Ébano, helechos, manglares, caoba... Una playa, tu sol, mi luna.
Sin duda, en Costa Rica se refleja el Paraíso.
De entre los muchos lugares que encuentra quien lo visita, me quedo con todos. Quizá Tortuguero, tal vez Cahuita, a lo mejor Manuel Antonio.
Tortuguero es un poblado situado entre canales de agua dulce y el salitre del Atlántico, a cuyas playas acuden cada año miles de tortugas, en un ritual fascinante que garantiza su continuidad. Con sus patas cavan un agujero en la arena, depositan sus huevos, los camuflan con el paisaje y dejan que el sol incube. De ellos nacerán sus crías.
Saldrán todas a la vez, y de noche, para correr juntas hacia el mar. Lo harán así tratando de sobrevivir a sus múltiples depredadores: perros, jaguares, gaviotas, mareas... y el más dañino de todos: el hombre.
Las masacres de estos reptiles se han sucedido a lo largo de la historia, hasta convertirlos en especies en peligro de extinción. Por fortuna, aún existen espacios protegidos como éste.
Hoy en día son muchos los misterios de las tortugas que siguen fascinando: su vivir con la casa a cuestas, el superar los cien cumpleaños, sus viajes transoceánicos. Y de entre ellos, el más curioso: volver cada año a esas playas en las que nacieron para seguir con su ritual.
Cahuita es otra población de ensueño, pintada al óleo de azul y verdes. Allí, entre las ramas más altas e inaccesibles de los sotos, se divisan los nidos de un ave peculiar: la oropéndola. Un pájaro escurridizo como pocos, del que afirman que nunca pisa suelo. Come insectos de las copas de los árboles y bebe del rocío que la noche destila. Quizás tenga miedo de aquellos desalmados que trajeron la tala; comerciantes madereros que en nombre de nuestros muebles propusieron esquilmar los bosques. Al menos cada mañana nos deleita con su canto.
De las oropéndolas nos sorprenden muchas cosas: la soledad de luna llena en sus migraciones, las danzas ondulantes de sus vuelos, los nidos que teje el macho en forma de hamaca. Y en especial, la elección que hacen las hembras de esos nidos. Porque para ellas, al margen del color de su plumaje o el trinar de cada macho, lo verdaderamente importante es lo cómodo que sea su interior. Al fin y al cabo, en él criarán a sus polluelos.
Otro rincón que desborda belleza se llama Manuel Antonio, un espacio natural a orillas del Pacífico. La arena de su litoral delimita una reserva de clorofila en la que conviven numerosos animales. Entre ellos, uno pleno de simpatía: la iguana. ¡Qué bonita la cresta de su dorso!
Estos reptiles, nietos de los dinosaurios, tienen su despensa en los árboles que habitan, trepan por ellos con maestría, se mimetizan entre el follaje para engañar a sus depredadores... Sin embargo, hay uno por quien se encuentran en riesgo de extinción: nuevamente el hombre. Porque ese hombre ha hecho de la iguana una de las mascotas favoritas para el mundo civilizado (¿civilizado?), aun a sabiendas de que muchas de ellas fallecerán al poco tiempo de estar en cautividad.
En el país de los Ticos hay mil parajes llenos de magia: los corales de Talamanca, el fuego del volcán Arenal, las nubes en Monteverde, el sol de Nicoya... Una fauna infinita, esa flora que airea la envidia de nuestros jardines... Gente amable, sencilla, que usa y abusa del diminutivo... Tú, yo.
Y, sobre todo, hay ese compromiso con su entorno que en tantas ocasiones añoro para el mío.

Nota: Este relato, que empecé a escribir en el vuelo de regreso de mi viaje a Costa Rica, ha sido incluido en un boletín literario que recomiendo expresamente: Divertinajes. ¡Seguro que volvemos a encontrarnos en él!

sábado, 29 de noviembre de 2008

Más chocolate

El jueves 11 de diciembre. Así lo ha confirmado el editor en su web. Ese día saldrá de la imprenta Mi planeta de chocolate, comenzará su distribución y antes incluso de que sea Navidad empezaremos la rueda de las presentaciones.
Ideando las aventuras de Benito Expósito Expósito, el pequeño protagonista de esta trama, he disfrutado muchísimo. De su mano conocí una parte de nuestra historia, proyecté en su personaje mi gusto por los cuentos, los bombones, los amigos... y, lo mejor, redescubrí el niño que siempre llevaré en mí.
Habrá a quien le guste y a quien no. Así ha sido siempre y así seguirá siendo. Pero eso es lo de menos; lo de más es que creo en lo que he escrito, hasta el punto de hacer propia la máxima de mi protagonista:
- Cuando debas elegir entre dos opciones, toma siempre la que tiene chocolate.
¡Que nadie nos amargue el dulce porque seguro, seguro, que la vamos a tomar!

domingo, 16 de noviembre de 2008

Mi planeta de chocolate

Publicar lo que has escrito es una de las cosas más bonitas que le pueden pasar a un escritor. Hace un año ideé una historia en 200 páginas que presenté a un concurso literario. Cuando se falló en febrero me alegré muchísimo al saber que había sido finalista. Durante el verano iniciamos el proceso de edición. Y mañana lunes, tras mil revisiones a las galeradas, el manuscrito entrará en la imprenta.
Según mi editor, en dos o tres semanas estará en las librerías y antes de la Navidad comenzaremos las presentaciones. Se trata de mi tercera obra, "Mi planeta de chocolate". Os dejo la referencia.
Por cierto, para un escritor todavía hay algo mejor que publicar: conseguir que quien te lea disfrute con lo que escribes.
Estáis todos invitados.

Manuel Cortés Blanco.
Mi planeta de chocolate.
Ediciones Irreverentes. Madrid, 2008.

Miércoles, 26 de mayo de 1937. No hay frase del día.
El buque Mexique, perteneciente a la Compañía Trasatlántica Francesa, se hace a la mar desde el puerto de Burdeos con 455 menores a bordo, rumbo al nuevo continente. Son niños españoles que huyen de los bombardeos, en busca de una paz que les acoja.
De entre ellos, Benito Expósito Expósito. Ese pequeño abandonado a las puertas de un hospicio, que superó combates, la condición de refugiado, el exilio, y mil vicisitudes amparado por una máxima.
Manuel Cortés Blanco vuelve a encandilarnos con una historia entrañable que apunta al corazón: Mi planeta de chocolate, con la que ha sido finalista del II Premio Internacional Vivendia de Relato. En palabras del Jurado, la obra aglutina “extraordinarias descripciones del alma infantil, la intrahistoria del pueblo o de la guerra, muerte y espíritus conturbados por la violencia del mundo. Todo a través de la vivencias de un huérfano, que podría ser cualquiera de nosotros o cualquiera de la generación de nuestros padres, y una forma de ver la vida: ante cualquier dilema, tomar siempre la opción que tenga chocolate”.
Siete relatos convertidos en novela. Un homenaje al cuento sin ser cuento. Una historia dulce dentro de la Historia más amarga.
Desde ese estilo “realista y directo, matizado por un aliento espiritual que le lleva a indagar en las esencias de la vida”, Manuel nos invita en sus renglones a muchos verbos: pensar, sentir, sonreír, reflexionar... A tantos, como cosas podrían citarse de este libro. No obstante, diremos sólo una, la más sincera: léanlo. Seguro que les sabe a chocolate.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Y mi tío Gonzalo

No quisiera cerrar este repaso a los "cuentistas" de mi familia sin nombrar al tío Gonzalo, mi padrino. De su voz aprendí todos, absolutamente todos los cuentos infantiles, se hubieran o no inventado. Saqué billete en los viajes de Gulliver, compartí desayuno con la familia de Pulgarcito, buceé entre corales junto a la Sirenita y aprendí, colorín colorado, que sólo al final de la historia sabremos cómo termina.
Cierta tarde de invierno (recuerdo que era invierno porque hacía mucho frío) pregunté a mi tío por la principal diferencia entre las personas y los animales.
- Eso depende de a quién se lo plantees -contestó frunciendo su entrecejo-. Un cocinero siempre responderá que los animales no hacen ningún guiso. Un pintor, que son incapaces de dibujar sobre el lienzo. Un matemático, que no saben sumar... Pero si le preguntas a un cuentista como yo, te dirá la verdad: nosotros contamos mejor los cuentos.
¡Qué cierto!; porque mi tío los narraba de maravilla.
Por eso, lo confieso: creo y creeré en el cuento. Un género para todos que, como sostiene Jorge Bucay, “duerme a los niños y despierta a los adultos”. Creo en ellos, con o sin moraleja, pero siempre reflexivos. Con amor y con humor. Para leer y releer, para encontrar sin buscar. Para los que leen mucho y quienes leen poco. Para los que leen a cualquier hora o reservan su lectura a la antesala de tantos sueños.
Y cuando mi editor defiende que una novela es más importante que un cuento, ya no le creo. Como afirma Abelardo Castillo, he descubierto que sólo es más larga.

lunes, 27 de octubre de 2008

Mi abuela Concha

Mi abuela Concha era una devota del refranero y el santoral. “Por San Miguel, los higos son miel”, “de San Pablo en adelante no hay niebla que no levante”, “por Santa Margarita, la lluvia más que dar quita”. Conocía cada refrán de cada santo, a quien se encomendaba a diario desde su devoción. A todos menos a uno: San Valentín; aquel mártir romano que según la tradición fue ejecutado un catorce de febrero por no renunciar al cristianismo y seguir casando parejas en secreto cuando el matrimonio había sido prohibido por el emperador.
Aun siendo presentando como icono del amor, San Valentín nunca obtuvo el beneplácito de Concha. Primero, porque su existencia se ha discutido hasta tal punto que su propia festividad fue borrada del calendario eclesiástico al tratarse probablemente de un santo legendario. Segundo, porque su imagen había sido acaparada por los centros comerciales a fin de aumentar las ventas tras la cuesta de enero. Y tercero, muy importante, porque carecía de refranes.
Mi abuela acostumbraba a contarme miles de cosas que yo necesitaría cuando me hiciera mayor. De su mano aprendí a qué saben los besos (“a uvas con queso”), el lenguaje de las flores (rojo significa amor pasional, sin espinas quiere decir sin dudas) y algo de primera importancia: que cada cual administra sus sentimientos como quiere.
En su infancia tenía dos amigas: Carmen y María. La primera conservaba un tarro de cristal del Nescafé lleno de canicas; cada una de un color, recordando al de los ojos de algún familiar cercano. La segunda escondía en una caja metálica del Cola Cao cientos de mechones; cada cual de una tonalidad, simulando a la del cabello de cuantos muchachos le atraían. Y por fin, mi abuela, poseía una caja de bombones de Nestlé en la que guardaba todos los relatos, llenos de amor, humor y mar, que le escribiera ese novio llamado Ildefonso. En sus costumbres respectivas, Carmen, María y Concha convirtieron en reliquia un simple envase. Vidrio, latón y cartón elevados a la categoría de tesoro. Quizá por ello, yo acostumbre a guardar mis afectos entre las páginas de los libros que escribo.

domingo, 26 de octubre de 2008

La reseña de un amigo

Hoy, a la inversa que ayer, cuelgo de este blog la reseña que sobre mi libro "Cartas para un país sin magia" hizo mi amigo Santiago Morata (a quien auguro grandes éxitos literarios) para la Asociación Aragonesa de Escritores. Dice así:

Les voy a ser sincero. Yo, hasta que no leí el primer libro de Manuel, no sabía lo que eran los relatos cortos, salvo algún clásico y por supuesto mi admiradísimo Edgar Allan Poe, pero me limitaba a la novela y a algunos ensayos que leía por obligación. Leí el libro, pensando que iba a ser aburrido, pero me equivoqué, pues me descubrí habiendo acabado el libro y psicoanalizándome, y me encontré totalmente relajado, me di cuenta de que me había olvidado del mundo de una manera que jamás conseguí con una novela.
Así pues, todos sabemos juzgar una novela, pero, ¿en qué parámetros podemos medir la calidad de un relato corto? Pues sin duda el entretenimiento y el aislamiento del stress, y si a eso añadimos que los relatos de Manuel nos conmueven y nos hacen filosofar, que hoy en día es cualidad muy importante en estos tiempos en los que nos dan todo hecho, pues concluyo que nos encontramos ante un autor que va a dar mucho que hablar. Por eso les animo a leer relatos cortos y otros géneros aparte de la novela. Sean valientes y huyan de los formatos masivos y encontrarán pequeñas joyas, como esta y su primer libro, "El amor azul marino", ambos parte de una trilogía.
Buen medico, lo dice su currículum. Buen psicólogo debe serlo para escribir como escribe y de lo que escribe. Buen escritor, espero que lo comprueben por ustedes mismos, y buena persona, porque el hecho de dar los beneficios de sus libros a Aldeas Infantiles, entidad con la que colabora además por otras vías, lo requiere. Por eso, cuando compran este libro, hacen algo más que aumentar su cultura, y en los tiempos que corren es muy, muy loable.
Buen viajero, porque absorbe las vivencias y los escenarios y los interpreta más tarde desde la magia del recuerdo y el sentimiento, enmarcados en cuentos de pequeño formato y dulce digestión, en vez de fotocopiarnos las postales.
Asusta hasta qué punto Manuel se desnuda, y esta manera de abrir su intimidad en tan pocas letras me hace pensar que tiene unas cualidades extraordinarias. Para empezar, para hablar así de uno mismo (y de los demás) se necesita una humildad fuera de serie, y algo poco común: Saber escuchar.
Libro de viajes y sentimientos a partes iguales. Combina la sencillez de un ser sin maldad con la complejidad de los sentimientos que describe. Pienso que resulta difícil describir sentimientos tan profundos con tan pocas palabras y sin caer en tópicos, y Manuel lo logra, lo que requiere un dominio absoluto del lenguaje y una madurez literaria y personal. A mí, que escribo en formatos muy amplios, la literatura de Manuel me resulta casi poética.
Hay un tópico que se suele cumplir: Dice que los escritores estamos locos (será verdad porque a mi me lo dicen todos los días) pero en el caso de Manuel no se cumple, pues su escritura denota una cordura y una sencilla humanidad que nos pone en evidencia a los locos. Le califican como el nuevo Paulo Coelho. No es descabellado.

sábado, 25 de octubre de 2008

La sombra del faraón

Si existiera un “Manual del buen crítico literario” que estableciese las normas a seguir al hacer una reseña es probable que al menos contuviera los puntos siguientes:
1. Leer el libro con dedicación, sea cual sea su género, su temática, su diseño o su grosor.
2. Hacerlo desde la perspectiva de lector, no de crítico. Al fin y al cabo quien acceda a nuestras impresiones será otro lector en potencia.
3. Ser honesto en cada comentario, pues sobre esa virtud reposa nuestra credibilidad.
Es posible que aquel supuesto “Manual” recogiera algún punto más: parecer concretos, amenos y estructurados, no desvelar el final de la trama, admitir posibles críticas a la crítica y, quizás, no enjuiciar nunca la obra de los amigos.
Basándome de manera figurada en ese listado, admito que al preparar la reseña de “La sombra del faraón” (Ediciones B), segunda novela del escritor zaragozano Santiago Morata, fui cumpliendo con esos puntos de manera sistemática. Y así, comencé por la propia nota de su contraportada: “En el convulso período del reinado de Akhenatón, el más particular y carismático de los faraones del antiguo Egipto, el joven Pi es elegido por el príncipe Tutankhamón como su sirviente personal”. En efecto, se trata de una novela histórica enmarcada en un momento crítico de la Historia: el de los Faraones herejes. Aquellos que rompieron con la supremacía del dios guerrero Amón, a favor del bondadoso dios Atón. Todo un reto, tanto para el autor como para sus lectores.
Luego, en apenas dos tirones, leí las más de 400 páginas en las que Morata “nos transporta magistralmente a un tiempo y un lugar sorprendentes”. Su lenguaje cuidado, moderno y sencillo, los diálogos ágiles, una trama original que procura ser respetuosa con la Historia y un joven protagonista que nos atrapa con sus andanzas, hicieron que desde el principio me enganchara a su lectura. Poco a poco fui introduciéndome en la magia del antiguo Egipto para descubrir las propuestas del autor: “el papel desempeñado por Nefertiti, la controvertida muerte de Tutankhamón, la relación entre dioses y faraones”. Y poco a poco también fui constatando como Pi, narrador y personaje principal de la novela, crecía a través de ella repartiendo su protagonismo entre el resto de los personajes: el venerado AkhenAtón, un caprichoso TutankhAmón (“Mi luz”, con el que compartiera tanto), la sin par Nefertiti (siempre presente, tratada con una soltura exquisita), el general Horemheb… e incluso algún otro ficticio que enriquece la obra como el soldado Sur o el patriarca José.
Porque a pesar de la grandeza de estos, Pi se erige en el eje central de la historia. Una figura que desborda empatía, un niño en un momento convulso, una sombra entre luces, un sirviente compartiendo vida con los hijos del faraón, un guerrero sin poder y sin embargo tan poderoso. Es el hilo que teje la trama, la voz en primera persona que engarza a unos y a otros. Desde él, Morata demuestra su madurez literaria consiguiendo hábilmente lo que pretende: narrar su visión de lo ocurrido en aquel complejo período, retratar con maestría a sus actores (centrándose en su lado más humano, incluyendo ritos y estilos de vida), compartir leyendas mitológicas (fruto de su investigación histórica durante la preparación de la novela), ensalzar valores (desde la amistad hasta el amor, reservando a la propia niñez un lugar prioritario), describir con sutileza y naturalidad las escenas de erotismo, revelar esa historia pasional entre Pi y Nefertiti, rubricar la novela con un cierre sorprendente… Y, cómo no, su principal objetivo: entretener de principio a fin.
Como lector he de confesar que “La sombra del faraón” me ha instruido mucho sobre los distintos aspectos de la época que aborda. Me gusta lo que cuenta y cómo lo cuenta. Pero, lo mejor, me ha entretenido muchísimo. Por ello, recomiendo expresamente su lectura.
Volviendo al principio, a aquel supuesto “Manual del buen crítico literario”, creo haber realizado esta reseña cumpliendo todos sus puntos. Quizás no respetara el de abstenerme de hacer crítica a la obra de un amigo, y Santiago Morata lo es. Sin embargo, me da que tengo bula. Porque leyendo “La sombra del faraón” me sumergí tanto en su historia, que acabé incluso olvidando ese pequeño detalle.
Nota: Reseña publicada en la web de la Asociación Aragonesa de Escritores, en fecha 29 de septiembre de 2008.

martes, 16 de septiembre de 2008

Mi abuelo y el mar

Pertenezco a una familia de cuentistas encabezada por mi abuelo Ildefonso. Un malagueño de mundo, marinero, flamenco por los cuatro costados, que renunció a sus coplas, su puerto y al sol de su Andalucía por una mujer tan mujer como mi abuela. Un hombre que nunca dejó de escribir, de cantar, de contar historias. Primero a ella; luego a ella y a sus hijos; después, a ella y a sus nietos.
A menudo le recuerdo sentado en una silla mientras los niños del barrio escuchábamos absortos las aventuras que narraba de su mar.
- ¡Qué suerte tienes! -decía con envidia mi amigo Angelito-. En nuestra casa nadie cuenta estas cosas.
En efecto: ¡qué suerte la mía!
Ildefonso concedía a ese mar tres características: ser azul, inmenso y libre. Nada luce color más bello, nada le iguala en grandeza, nada tan suyo ni tan de todos.
El verano que mis padres alquilaron un apartamento para pasar una semana en la playa, quedé paralizado. Era tanta la ilusión por ver ese escenario que mi abuelo describía, que se detuvieron todos los infinitivos. Y así, no pude reír, ni llorar, ni salir corriendo... y gracias a que existe el gerundio del verbo respirar porque podría haberme ahogado entre emociones.
Por fin, llegó el día: un domingo 17 de agosto de 1975. ¡Hay fechas que se quedan a vivir en la memoria! Al contemplar desde la ventanilla del SEAT-600 tal explosión de azules, sentí que mi yayo había dicho la verdad. Porque, ciertamente, desde aquella perspectiva el mar transmitía esas cualidades que nos contara con tanto cariño.
En cuanto bajamos a la playa, los tres hermanos corrimos a bañarnos. Gané yo, que por algo seré siempre el mayor. Y allí, por vez primera, estuve frente a sus olas.
Lo toqué, y sentí frío. ¡Qué pena! Algo tan bonito debería estar caliente.
Lo probé, y sabía salado. ¡Qué rabia! Algo tan hermoso merecería ser dulce.
Sin embargo, lo peor aún faltaba por llegar. Formando una especie de cuenco con las palmas de mis manos, intenté llevármelo conmigo. Y descubrí que el agua se escurría entre los dedos. ¡Qué desilusión! Algo tan bello merecería ser mío.
Amparado en mi niñez, rompí a llorar. Desde su balcón volvieron a entumecerse todos los verbos. El océano no es maravilloso, está lleno de defectos: frío, salado y ni siquiera se puede coger.
Ahogado por las lágrimas, justo cuando mamá extendía su toalla, recordé a mi abuelo y sonreí. Lo hice de corazón, de convicción. Porque en su recuerdo acababa de descubrir que el mar no era como yo quería: caliente, dulce y para mí. Sino, efectivamente, como él me había contado: azul, inmenso y, sobre todo, libre.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Uso problemático de Internet

Con el desarrollo de Internet y el crecimiento exponencial de su número de usuarios se vienen describiendo distintos trastornos psicológicos relacionados con un mal uso del mismo. Así, se ha llegado a estimar que de los más de 100 millones de internautas que hay en el mundo, un 10% podrían presentar algún tipo de conducta adictiva ante la red; y que unos 60.000 cumplirían en España los criterios establecidos al respecto.
Aun cuando estos datos puedan parecer exagerados, es evidente que tales trastornos resultan emergentes. Cada vez son más los profesionales sociosanitarios especializados en su abordaje; hay ya personas famosas que han reconocido padecerlos (como la tenista Serena Williams), grupos de autoayuda organizados (Internetadictos Anónimos), titulares de prensa al respecto (como los del diario italiano La República, recogiendo la noticia de que un joven que pasó tres días navegando por Internet fue hospitalizado por “confusión mental, alucinaciones y delirios”) e incluso sentencias judiciales retirando a unos padres la custodia de sus hijos por desatención, pues “no se despegaban del ordenador ni para comer”.
Según los expertos, una de las principales medidas preventivas ante este uso problemático de Internet es su empleo racional y el control de su exposición. Esto es, que el tiempo de conexión no exceda de las dos horas diarias, sin interferir con el sueño, con otras necesidades básicas, ni con las obligaciones que como persona el internauta pudiera tener.
En ello estamos...

domingo, 14 de septiembre de 2008

Adiós a la Expo

Zaragoza, 10 de Junio de 2008:
En apenas tres días se inaugura la Expo 2008 en Zaragoza, mi ciudad. Hoy estuve allí, en la prueba de carga (es el nombre que se han inventado para llamar a lo que siempre ha sido un ensayo general), como voluntario del centro de prensa. Ha llovido; no sé si mucho o poco, pero ha llovido mal. Todavía hay prisas, andamios, albañiles de mono y casco... mas el señor que nos atiende asegura sin vacilación que para este viernes todo estará terminado. Siempre ha sido así.
En el Pabellón de Zaragoza han hecho un guiño a la literatura en forma de vídeo. Se titula Zaragoza poética, y en él casi un centenar de maños plasman en apenas un minuto alguno de esos poemas que se quedan a vivir en la memoria. Yo soy uno de esos poetas, uno de esos mañicos. Me enteré, me inscribí y antes de que la duda hiciera que lo pensase, recité unos versos de mi abuelo. Si pasáis por allí me reconoceréis fácilmente: soy el de la bata blanca, pues fueron a grabarme al hospital.
Sólo quedan tres días y sigue lloviendo. Agua, sonetos y andamios por igual. Estáis invitados.

¡Cómo pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando escribí esta reseña y hoy la Expo alcanza ya su fin. Fueron 93 días de muchas cosas. Quizá sobraron colas, calor, empujones... Pero no ha faltado un ápice de ilusión.
En mi memoria queda la aventura de haber sido voluntario, el embrujo de El hombre vertiente, la primera ascensión a la Torre del Agua, los acordes en El iceberg. Me encantó el Pabellón de Marruecos, la originalidad de Kazakhastan, ese audiovisual de los japoneses, el corto de Saura. Y una vez más la fantasía del Circo del Sol que, como siempre, estuvo genial.
Esta noche será el fin de fiesta. Anuncian nubes y claros, mucha gente, fuegos de artificio.
Me da que esta Expo nos ha divertido. Ojalá sirva también para concienciarnos sobre un mejor empleo de los recursos de nuestra Tierra.

Y el Decálogo del perfecto cuentista

Hoy recojo en estas páginas el Decálogo del perfecto cuentista, de un genio llamado Horacio Quiroga:

1. Cree tanto en un maestro como en Dios mismo.
2. Cree que tu arte es una cima inaccesible. No sueñes en dominarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás, sin darte cuenta tú mismo.
3. Resiste cuanto puedas a la imitación; pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que cualquiera otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una ciencia.
4. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama tu arte como a tu novia, dándole tu corazón.
5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra a dónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la misma importancia que las tres últimas.
6. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: desde el río soplaba un viento frío, no hay en lengua humana otras palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de las palabras, no te preocupes de observar si son consonantes o asonantes.
7. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
8. Toma los personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta; aunque no siempre lo sea.
9. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
10. Al escribir, no pienses en los amigos, ni en la impresión que hará tu historia. Cuéntala como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. Este es el modo de atrapar la vida en un cuento.

Nos seguimos contando...

viernes, 12 de septiembre de 2008

El decálogo del Amor

Incluido en el cuento La magia de las palabras, de mi libro Cartas para un país sin magia. ¡Tomad buena nota!

1. Magia para amar, sin otra razón que amarte.
2. Magia para querer a quien amo y a amar a quien quiero, expresando libremente mis propios sentimientos.
3. Magia para amar como elija: en silencio o a gritos, libre o dependiente, delante del mundo o desde mi intimidad. Incluso amando menos de lo que humanamente sea capaz.
4. Magia para que tú lo seas todo conmigo y yo no sea nada sin ti.
5. Magia para no amar a medias, sin tener que sentirte culpable. Para no amar como los cuerdos, ni por educación ni por conveniencia. Para no amar pensando en el recibo de la luz.
6. Magia para vivir de amor y por amor; también para caer de él y por él. Como diría el poeta, no es que muera de amor, muero de ti.
7. Magia para que el amor nos marque, pero no nos enmarque. Que siempre estemos a tiempo de cambiar.
8. Magia para que el amor sea valiente, aunque pueda darnos miedo. Para cometer errores y ser responsable de ellos.
9. Magia para que no te necesite si no puedo tenerte, para que me acuerde de olvidarte, para rendirme cuando te venza. Dándote lo mismo sin repetirme, siendo feliz sintiéndome tan triste, estando a tu lado sin estar contigo.
10. Magia para que si un día te vas, hasta mi teléfono móvil te eche de menos.

Imagen: En la cama (1893), de Toulouse Lautrec.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Cine y tabaco

Resulta evidente que en los últimos años las compañías tabaqueras han desembarcado en el séptimo arte. Así, por ejemplo, la hispano-francesa Altadis ha sido patrocinador, entre otros, de los festivales internacionales de cine de San Sebastián (incluyendo actividades complementarias, como su exposición fotográfica itinerante), Cannes y Marrakech. Ha colaborado con la Sociedad Estatal España Nuevo Milenio (mediante la organización de ciclos sobre Cine Español del Siglo XXI) y con Unifrance (institución encargada de la promoción del cine galo en el extranjero), ha convocado la Semana de Cine Hispano-francés y el Premio Altadis para Nuevos Directores, financia películas y cortometrajes (desde la oscarizada “Belle Epoque” hasta “La kedada”, una de las primeras experiencias de rodaje en formato digital del cine español) y se ha congratulado en sus páginas web de ese “compromiso en el ámbito cultural, en el que desarrolla una política de mecenazgo activa, diversa y original”.
En esa estrategia teñida de altruismo y aireada en todos sus medios, las empresas tabaqueras atisban una manera eficiente con la que promocionar sus productos (particularmente entre los más jóvenes), eludiendo de paso muchas de las restricciones legales vigentes al respecto.
Quizá por ello la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otras instituciones, propone un cine libre de tabaquismo, primera causa de muerte evitable en el mundo y que sólo en España es responsable de más de 55.000 defunciones anuales.
Para pensar...

miércoles, 10 de septiembre de 2008

El Gran Capitán

Todo escritor empieza siendo lector. Y a veces, aun constituyendo una misma persona, los gustos de uno y otro resultan diferentes. Así, en mi caso, disfruto escribiendo cuentos, relatos cortos, vivencias reales o ficticias que invitan a distintos verbos: reír, sonreír, pensar, reflexionar. A través de mis renglones invento sucesos que nunca ocurrieron o que, paradójicamente, podrían pasarle a cualquiera. Exprimo mi memoria, doy el día libre a mi imaginación, pongo una frase, un poema de mi abuelo, y otro, y otra. Me apasiona sentirme cuentacuentos.
Sin embargo, como lector soy adicto a la novela histórica. Habrá quien me acuse de poco original, de apuntarme a la moda literaria... Y quizás no tenga más defensa que admitirlo: me gusta descubrir a través de sus capítulos la grandeza y las miserias de esos personajes de nuestra Historia.
Cuando acepté el reto propuesto por la Asociación Aragonesa de Escritores de comentar el libro El Gran Capitán (Edhasa), de Juan Granados (A Coruña, 1961), sentí un cruce de sentimientos: por un lado alegría, pues coincide con el género que acostumbro a leer; por otro preocupación, dado que luego debería escribir sobre ello.
Admito haber leído antes otros volúmenes de la serie Narrativas Históricas de la editorial Edhasa, pero nada de su autor. Y asumo también no saber de antemano de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, más allá de lo que aprendí en las clases del instituto. Por ello, el reto era doble.
Metido en él, me dejé sorprender por el contenido de sus siete capítulos, más epílogo y apéndice, destacando lo siguiente:

1. La historia que cuenta y que sin más dilaciones comienza en una batalla, en la isla de Cefalonia. Hablando de quien hablamos, no podía ser de otra manera. De hecho, las campañas militares de su protagonista establecen el hilo conductor de la novela. Al-Andalus, Sicilia, el Adriático, el Mediterráneo. Enfrentamientos enmarcados en una España recientemente sacudida por la Reconquista.
2. El personaje. La personalidad del Gran Capitán queda hábilmente reflejada. Él es el soldado, el mito, el hombre. Aquél capaz de diseñar la estrategia para una batalla o asesorar a un muchacho sobre el manejo del caballo en un tablero de ajedrez. Un ser duro pero reflexivo, inteligente a la par que afectivo, culto en su lenguaje y hábil con el arma. Un caballero de honor, capaz de faltar a su juramento si obligan las circunstancias. El autor narra sus relaciones: con reyes (destacando Fernando de Aragón, sólo previsible en su reproche inicial), embajadores, oficiales (los mejores capitanes de toda la cristiandad), demás subordinados (a quienes en más de una ocasión, además de dirigir, aconseja), aliados, enemigos... Granados no se queda en el héroe; y en su empeño, retrata a la persona.
3. El resto de actores. Desde su coronel de infantería Don Diego García de Paredes (magnífico militar, pésimo bailarín, siempre a su lado), hasta el ingeniero del ejército Pedro Navarro (tan lleno de excentricidades como eficaz en su misión), una sucesión de personajes adornan la vida de El Gran Capitán. Al igual que hace con éste, el autor ahonda en su personalidad, destacando sus virtudes y defectos. Por el contexto de la novela, hay además referencias a muchos y distintos pueblos: los turcos, los árabes del desierto, las gentes de la arrogante Venecia, los franceses... En caso de despiste, el Dramatis personae del principio facilita rápidamente su identificación.
4. El uso de su lenguaje. Ágil, dinámico, adaptado en los diálogos a nuestro tiempo y si procede con sentido del humor. Admito que debí buscar en el diccionario algunas palabras marítimas o castrenses, mas eso no va en los debes: lo entiendo como un uso adecuado, acorde con el léxico del momento. En él descubrimos que Granados no sólo tiene el don de narrar; también el de describir. Con gran dominio del verbo detalla la vida de campamento, la penuria de la tropa, el espectáculo de un desembarco, las dudas de la víspera.
5. Su final. Que sea el lector quien lo descubra.

En definitiva, una novela histórica de la que he destacado estos cinco puntos, avalada por una importante investigación previa (eso se nota desde la primera línea), que indaga en la persona y el personaje de su protagonista, y de la que podría decir muchas más cosas. No obstante, diré sólo una: a mí, me ha encantado.

martes, 9 de septiembre de 2008

Escritor, profesión de riesgo

Considero la de escritor una profesión de riesgo en España, por varios motivos:
1. Porque tenemos unas tasas de lectura que, aun habiendo mejorado, siguen muy por debajo de las medias europeas.
2. Porque en este contexto, prima descaradamente lo comercial frente a lo artístico.
3. Por las barreras impuestas a los nuevos escritores. Y así, si no eres previamente conocido, resulta habitual que las editoriales rechacen tu obra sin tan siquiera leerla, que de editarse haya mil pegas en su distribución y, en el supuesto de que una librería la adquiera, sea en número limitado y lejos de los expositores.
Otro problema añadido son las dificultades en su promoción. De hecho, los llamados medios de comunicación y muchos de sus "críticos literarios" sólo dedican su tiempo y espacio a los best-seller, a autores consagrados, a editoriales de peso. En este sentido, hago mía la carta del escritor y editor Miguel Ángel de Rus al diario ABC, denunciando una situación tristemente habitual en tantos y tantos medios. Una carta que dice así:

La actitud de la sección de Cultura de este periódico -no así de su suplemento cultural- habitualmente desprecia toda creación cultural aparecida en editoriales que no son las más grandes, o por expresarlo más claramente: se informa de lo que publican las empresas grandes que gastan dinero en publicidad en este medio. Esta actitud llega a su grado máximo en reportajes como éste que publican cada final de agosto, sobre las novedades de las editoriales: de una forma partidista y patética, sólo informan de lo que publican Planeta, Destino, Tusquets, Salamandra, Alfaguara, Plaza y Janés, RBA, Grijalbo, Seix Barral, Lumen y una o dos más. ¡Se acabó! Ni puñetero caso a las novedades de El Acantilado, Akal, Valdemar, Siruela, Lengua de Trapo, Ediciones Irreverentes, Castalia y otras editoriales que si bien son pequeñas o medianas publican libros que al menos valen tanto la pena como los que mencionan en su publireportaje. Y si pretenden que no es así, culturícense, y repasen el catálogo de estas editoriales. El prestigio se pierde día a día, cuando un medio se convierte sólo en defensa de unos intereses comerciales, con total desprecio de la verdad y de la información. Ya que el negocio es suyo, harán con él lo que quieran; si quieren informar sólo de quien puede gastarse la pasta en publicidad es su problema, pero ya no son un medio de información, sino un soporte publicitario. Respeto su condición de soporte publicitario, pero no que pretenda que eso es información. Miguel Angel de Rus, Ediciones Irreverentes.

Lo dije: ante tantas barreras e injusticias, la de escritor suena a profesión de riesgo.
Lo malo es que es un riesgo que me gusta.

lunes, 8 de septiembre de 2008

El síndrome postvacacional

Leo la noticia en Internet: "La mitad de los españoles sufre estos días el llamado síndrome postvacacional. Cansancio, falta de apetito y concentración, irritabilidad, ansiedad, tristeza, pasotismo… Según un estudio reciente, el 50% de los españoles padecen estos signos que se traducen en un estado de malestar genérico en el individuo debido a su incapacidad de adaptación al trabajo tras la finalización de las vacaciones".
Ayer domingo por la noche hablamos de eso en RCL-Zaragoza (FM-96.0). Jesús Jaime, director del programa La llave, tuvo la gentileza de invitarme a sus estudios para tratar este tema en fechas tan singulares. Allí compartimos tertulia con la psicóloga Pilar Baquero y todos sus oyentes, proponiendo una serie de consejos para superar semejante cuadro. De entre ellos, uno que no he podido cumplir: retomar la faena un día distinto al lunes, aminorando con ello el impacto psicológico de esa vuelta al trabajo.

¡Que mundo éste, que hasta las vacaciones tienen efectos secundarios!
Al menos, eso sí, alcancé en ellas el objetivo fijado: descansar.

jueves, 14 de agosto de 2008

Cerrado por vacaciones


Recuerdo que siendo un niño los vecinos me cantaban esta letanía: "A Manolito Cortés, corriendo siempre lo ves". Pues bien, creédme: hoy en día me la podrían seguir recitando ya que no he dejado de correr.
Quizás por eso agradezca tanto las pausas, los descansos. Y, sin duda, hoy es un día para parar. A partir de las dos de la tarde comienzan mis vacaciones y las pienso invertir en descansar .
De aquí al 7 de septiembre, alternaré León con algún pueblo de su provincia. Sin más. ¡Será un verano tranquilo! Si os parece, a partir de ese día nos lo contamos.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Un regalo para Lida


Este relato, escrito la noche de un cinco de enero a miles de kilómetros de aquí, está incluido en mi libro Cartas para un país sin magia.

Sabb bekbair:
Esta noche es noche de Reyes; y como tal, pese al frío intenso que corta los pensamientos, quisiera pedirles un regalo especial. Me encantaría pillar el gordo de una primitiva, que mi equipo de fútbol ganase un millón de copas, que la cosecha de trigo de mi comarca sea la mejor de entre todas las comarcas. ¡Pero no! Lo que pido esta vez no será para mí, sino para Lida.
Lida Hezzatullah ha nacido esta madrugada. Le dicen bebé afortunado: con apenas dos kilos de peso, sobrevivirá a un mundo en el que no se permiten tales ligerezas. Sus padres tuvieron la ocurrencia de acudir en mulo a este hospital, donde hay algo tan extraordinario como unos sanitarios y una incubadora. Ese detalle tan nimio le ha salvado la vida.
Se ve muy pequeñita, mucho más que cualquiera de mis sobrinos cuando llegaron. Luce igual de preciosa.
Pues bien, queridos Magos, me gustaría que esa niña, y en ella todos los pequeños de este país, tuvieran otra cosa aparentemente extraordinaria: INFANCIA.
Me encantaría que su esperanza de vida fuera la de cualquier chaval español aunque, tal vez, aumentarla de repente en los cuarenta años que hoy les separan resulte un imposible.
Daría cualquier cosa porque sus probabilidades de fallecer antes de los cinco años no fuesen, como son, del 25%. Que la fiebre tifoidea, una enfermedad cuya vacuna no vale más que una ronda en cualquiera de nuestros bares, no asome a sus juegos. Que la polio, prácticamente erradicada de nuestro planeta, no la deje coja. Que su perro no muerda con rabia, que su agua oliese a cloro, que en su mesa hubiera siempre primer plato.
Cierro los ojos y pido para que nadie la discrimine por el mero hecho de ser mujer, porque no se case adolescente con un anciano de conveniencia, porque ninguno la humille si se enamora de la persona equivocada.
¡Qué bien si tuviera un trabajo digno, parques sin minas que desvelen su sueño, asistencia sanitaria cuando tosa, voz y voto en las reuniones de vecinos! ¡Que su casa de adobe luciera dormitorio, leña su estufa, tizas para la pizarra!
Me da que estoy pidiendo demasiado. E incluso puede que, cuando regrese a España allá por el mes de marzo, Lida sea sólo un nombre, una foto, un recuerdo.
No sé... Hace mucho frío, si bien esa pequeña ha llenado de Magia nuestro corazón. Porque, sin duda, de magos es luchar así por la Vida.
Os envío un poquito desde aquí.
Ruz bekhair.

martes, 12 de agosto de 2008

Cartas para un país sin magia


Aquí va la ficha de mi segundo libro, Cartas para un país sin magia, publicado por Ediciones Irreverentes:

Cartas para un país sin magia constituye la segunda obra de Manuel Cortés Blanco. Fiel a un estilo cálido y original, el autor repasa distintos viajes que ha realizado en su vida hilándolos a través de una historia personal. A modo de misivas, reflexiona sobre sus experiencias: el viaje de estudios a Roma, las charlas con un niño soldado en África, su perspectiva del puente de Mostar, el nacimiento de Lida en un hospital de Kabul. Son aspectos tan entrañables de su pasado y su presente que podrían ser los de cualquiera de nosotros. Imposible no identificarse con sus vivencias. Todo ello desde la ironía y la sensibilidad que le caracterizan, a sabiendas de que no dejará a nadie indiferente.
Cartas para un país sin magia es un cuaderno de viajes, una sucesión de relatos, el manual de un prestidigitador. Un libro que tiene magia, pues de magos es el don de escribir con y para el corazón.

lunes, 11 de agosto de 2008

El amor azul marino (cuento)


Hoy comparto con vosotros un cuento, El amor azul marino, que pertenece y da título a mi primer libro.
Deseo que os guste.

Dios hizo el mundo en seis días y el séptimo descansó. En un alarde de imaginación creó las estrellas, las nubes, el hombre, la mujer. Apenas había dormido y, sumido en su cansancio, se acostó sin pintar las cosas.
Paradójicamente había creado el Arcoíris, y en él cada uno de los colores. Sin embargo, el resto del mundo se debatía en una gama de grises impropia de un trabajo tan extraordinario.
Aquellos colores decidieron avisar al Señor de tal circunstancia, advirtiendo que el universo sería más bonito si pudieran pintarlo a su albedrío. Pero Él dormía plácidamente y no le quisieron despertar.
Fue entonces cuando al Fucsia, el más original entre ellos, se le ocurrió una idea estupenda:
- ¿Por qué no lo pintamos nosotros y sorprendemos a Dios cuando se despierte?
Su iniciativa fue acogida con alegría y todos los colores expandieron sus pinceles: sobre los ríos, las estrellas, los amaneceres. Aunque, sin orden alguno, superpusieron sus tonalidades llenando la galaxia de borrones.
Fue entonces cuando el Fucsia, el más original entre ellos, tuvo una nueva ocurrencia:
- Haremos un sorteo de manera que cada uno de nosotros, conforme vaya saliendo, pintará con su gama aquel objeto que elija.
Pese a las reticencias del Gris, rey de reyes en un país de claroscuros, la idea fue aprobada por mayoría. Así que metieron el nombre de cada color en una saca y dio comienzo el sorteo.
El primero en salir fue el Azul:
- ¡Qué suerte la mía! -dijo dando saltos de contento-. Porque yo quería pintar el mar…
Y el Azul pintó el mar.
El segundo fue el Verde:
- ¡Qué suerte la mía! -repetiría también con regocijo-. Porque yo quería pintar los campos en primavera…
Y el Verde pintó los campos en primavera.
Tercero, el Amarillo:
- ¡Qué suerte la mía! Porque yo quería pintar el sol…
Y el Amarillo pintó el sol.
Y así, uno a uno, fueron saliendo todos los colores para acabar rotulando todas las cosas.
¡Qué bonito ha quedado el mundo! Lleno de luces, contrastes, tonalidades. Pero Dios sigue durmiendo.
- ¿Qué hacemos?, ¿le despertamos?
- No -dijo el Fucsia, el más original entre ellos-. ¿Por qué no hacemos tiempo y pintamos también los sentimientos? Así su sorpresa será mayor cuando se despierte.
El Gris objetó pues, en su opinión, algo tan banal no merece semejante privilegio. Sin embargo, la propuesta fue aprobada por mayoría.
Decidieron entonces utilizar el mismo sistema que el habido para las cosas. De manera que, tras meter el nombre de cada color en una saca, dio comienzo otro sorteo.
Esta vez, el primero en salir fue el Rojo:
- ¡Qué suerte la mía! -exclamó satisfecho-. Porque yo quería pintar la pasión…
Y el Rojo pintó la pasión.
El siguiente fue el Verde.
- ¡Qué suerte la mía! Porque yo quería pintar la esperanza…
Y el Verde pintó la esperanza.
En tercer lugar salió el Gris que, ante su enfado, decidió colorear la Indiferencia (por eso las personas indiferentes resultan ser tan grises). Y así, uno a uno, fueron asomando los colores hasta llegar al que cerraba lista.
En esta ocasión, y a diferencia de lo ocurrido en el primer sorteo, el Azul salió en último lugar correspondiéndole el único sentimiento que faltaba por escoger. El más esquivo, el más complejo, el menos maleable: el Amor.
Cuando el Creador despertó de su letargo quedó admirado con lo que contemplaba. Su obra era un panel de contrastes que desbordaba belleza por todas sus aristas. Tal vez Él habría teñido el cielo de Naranjas o la amistad con tintes Violetas, pero quiso respetar lo que en su reposo le había regalado el Arcoíris. Tan sólo pidió a sus colores que siempre, en cada momento, fueran coherentes con la elección que hubiesen realizado.
Por eso el Amor y el Mar son tan similares; porque ambos fueron elegidos por un color que nunca se olvidó de aquella petición: el Azul. Ambos son fuentes inagotables de vida y, pese a ello, capaces de matar. Sucumben al hechizo de la luna, dan coartada a los amantes, inspiran a los poetas que pretenden describirlos.
Y por ello, cuando un mar o un amor nace, constituye para todos un motivo de alegría.

domingo, 10 de agosto de 2008

El amor azul marino


Buenos días de domingo:

Os presento la que fue mi primera obra, El amor azul marino (Editorial Amares), un libro de cuentos dirigido preferentemente a jóvenes y adultos. Cada uno de los 35 relatos que componen su colección invita a un paseo por el fascinante mundo de los afectos, valores y sentimientos. Desde la perspectiva que ofrecen mis vivencias, imagino en ellos en qué se diferencian los tipos de Soledad, por qué la Pasión fue ciega, desde cuándo el Enamoramiento viste tonalidades celestes. Es, sin duda, un libro de amor. Una obra cargada de ilusión, ironía y fantasía que nos habla de su origen, de sus detalles, de su romance secreto con el mar. Y siempre con el trasfondo de una historia personal que empieza y termina en mí. Es mi ópera prima. Una relación de cuentos que, lejos de dejar indiferente, anima a la reflexión dibujando en su lector una sonrisa. ¡De color azul marino, por supuesto! Del color de las personas que, incluso en estos tiempos, siguen creyendo en el Amor.


Nos seguimos leyendo, nos seguimos contando.

sábado, 9 de agosto de 2008

El gerundio del verbo contar


Hola y bienvenidos a este blog:

Soy Manuel Cortés Blanco y empezaré haciendo una confesión: no importa que me llamen cuentista. Que a mi condición de médico, psicólogo y escritor se añada sin complejos esta última cualidad. Cuentista porque utilizo el cuento para expresar lo que siento (tanto en los libros como en mis sesiones de cuentacuentos), por pertenecer a una familia que se cuenta las cosas, porque ingenio e imaginación cuentan siempre en mis relatos. Y así procuro manifestarlo en aquellos eventos en los que participo: Maratón de los Cuentos (Guadalajara, 2007), Salón Internacional del Libro Iberoamericano (Gijón, 2007), Fiesta Literaria Irreverentes (Elche, 2008) o Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil “Leer León” (León, 2008), entre otros.
Pese a habérseme comparado con distintos autores en este género, prefiero cultivar un estilo propio: cercanía en las historias, una sencillez cuidada, cierta ironía que invite a pensar. Y quizá el más importante: convertir lo cotidiano en literatura.
Entrañable, original, reflexiva y risueña, son algunos de los calificativos que han dicho de mi obra. Aunque yo, con independencia de las etiquetas, prefiera ser fiel a esta máxima: escribir para compartir.
Con mi primer libro El amor azul marino (Editorial Amares) obtuve el Premio Literario Amares 2005. Soy también autor de Cartas para un país sin magia (Ediciones Irreverentes). Con el último, Mi planeta de chocolate, he sido finalista del II Premio Internacional Vivendia de Relato 2008.
Deciros que colaboro con la ONG Aldeas Infantiles SOS, a la que he cedido los derechos de autor de mi obra. Y que podéis encontrar algún otro enlace mío en las siguientes direcciones electrónicas:

Nos seguimos leyendo, nos seguimos contando.