martes, 24 de marzo de 2009

La hora del planeta

Filandón: Relatos al calor de una buena compañía y alrededor de una hoguera prendida en la noche, evocando el espíritu de aquellas narraciones que surgían a modo de tradición oral en el noroeste de la Península, en el ocaso del día, en pleno invierno, mientras las mujeres hilaban y los hombres trenzaban el mimbre.

Despúes de leer esa definición y asistir el próximo viernes al filandón literario junto a Mª Ángeles Gaudioso, seguro que incorporamos esta palabra a nuestro diccionario. Allí leeremos obras, entre otros escritores, de José Carlos Bermejo, Enrique Mariscal, José Mª Merino... También algún relato de los autores del libro "Madera de blog" (Marboré Editorial), e incluso haremos alguna referencia a "Mi planeta de chocolate". Entre ellas, quizás ésa que describe el compromiso adquirido con nuestro planeta:

Hubo un día en que hice un pacto con la Tierra: yo te cuido, tú me cuidas. De manera que me vi reciclando mis residuos, poniendo doble cristal a las ventanas para ahorrar energía, apostando por el transporte público e incluso colaborando con una ONG dedicada a la repoblación forestal.
Convencido de su importancia, traté de implicar en ese pacto al entorno más próximo. Y así, a base de indirectas, mi familia se acabó acostumbrando a no tirar los aceites por el fregadero, cerrar los grifos cuando deben estar cerrados, reciclar sus basuras y dejar la dehesa tras cada excursión igual de limpia que cuando llegaron.
Admito que no logré que mi hermano se olvidara de ir en coche a todos los sitios, ni de estar ocho horas dando vueltas por la ciudad. Mas lo entiendo; al fin y al cabo trabaja de taxista...


Pues bien, este próximo sábado 28 de marzo toca revalidar tal compromiso. A las 20:30 horas de ese día todos los ciudadanos estamos convocados para apagar durante una hora nuestros aparatos eléctricos demostrando que la lucha contra el cambio climático es posible.
Y así, como digo en mi libro refiriéndome a la Tierra:

...Cuidémosla por dentro y por fuera, a lo largo y a lo ancho, en público y en privado. Desde la convicción de que no pertenece al Hombre, sino que es el Hombre quien pertenece a ella.
Porque al margen de egoísmos y opiniones particulares, ahí asienta la primera de sus razones comunes: en ese, nuestro planeta. El único de la galaxia que tiene chocolate.

1 comentario:

Soledad Sánchez Mulas dijo...

Esas pequeñas cosas que nos engrandecen y hacen que nuestra querida TIERRA se nos muestre habitable y duradera... bordadas de tus dulces palabras.

Un beso.

Soledad.