martes, 28 de julio de 2009

Mi abuela Concha

Mi abuela Concha solía contar cosas que pudieran servirnos cuando fuéramos mayores. De su mano aprendí a qué saben los besos (a uvas con queso), el lenguaje de las flores (rojo significa amor pasional, amarillo es amistad, blanco equivale a pureza) y algo imprescindible en nuestra vida: que cada cual administra sus sentimientos como quiere.
En su infancia tenía dos amigas: Carmen y Josefa. La primera conservaba un tarro de cristal del Nescafé lleno de canicas; cada una de un color, recordando al de los ojos de algún familiar cercano. La segunda escondía en una caja metálica del Cola Cao cientos de mechones; cada cual de una tonalidad, simulando a la del cabello de cuantos muchachos le atraían. Y por fin, mi abuela poseía una caja de bombones de Nestlé en la que guardaba todos los relatos, llenos de amor, humor y mar, que le escribiera ese novio llamado Ildefonso. En sus costumbres respectivas, Carmen, Josefa y Concha convirtieron en reliquia un simple envase. Vidrio, latas y cartón elevados a la categoría de tesoro. Quizá por ello, yo acostumbre a guardar mis afectos entre las páginas de los libros que escribo.

lunes, 20 de julio de 2009

A terra dos fillos de Breogán

Después de Castilla y León, toca una escapada por Galicia. Otra tierra entrañable y llena de amigos, en la que se desarrolla parte de mi última novela (Mi planeta de chocolate). Como en ella escribo... Galicia: a terra dos fillos de Breogán.
El folklore celta asoma por los rincones, en estancias alejadas del asfalto. Su mitología, ora áspera, ora risueña, jamás será indiferente. Una sucesión de seres que viven en nuestra imaginación, alcanzando tantas formas como personas los imaginen. Las mouras, mujeres hermosas que habitan en sus castros guardando tesoros; el trasno, ese duende casero que acostumbra a revolver en la cocina; el Bergantín Pantasma, un barco pirata hundido frente a las Islas Cíes, que resurge en cada noche de tormenta. Los Xacios del río Miño, el Diaño Bulheiro de las veredas, la Peeira dos Lobos de los bosques, el gigante Olláparo. Y, por supuesto, las meigas. Algunas nunca envejecen porque siempre fueron viejas. Otras respiran con tal ansia que parece no haber aire que las sacie. Y todas, absolutamente todas, gozan de un sexto sentido que arremete cuando alguien les injuria.
Galicia, patrimonio de cuentos y leyendas. Quien así la siente, vaya a donde vaya seguirá estando allí.

martes, 14 de julio de 2009

Entre Castilla y León

La semana pasada fue Zamora la que nos sorprendió con su lluvia de románico. Estos días, Valladolid, con tantos monumentos. A partir de este jueves, Soria y su provincia, visitando a mi familia y la exposición "Las edades del Hombre". Sin duda, haber invertido estos primeros días de vacaciones en recorrer Castilla y León ha sido todo un acierto. Además de catedrales, museos, una gastronomía exquisita y otros sitios de interés, en esta comunidad tenemos muchos amigos.
Precisamente ayer, en una de aquellas plazas mayores, uno de esos amigos detallaba el origen del término "ok". Para unos proviene de abreviar la expresión griega Olá kalá ("Todo bien"). Para otros de la palabra Okeh ("Sí") perteneceniente a la lengua nativa de la tribu choctak. Otro tanto del francés Au quai, del italiano Occhiali, del alemán Oll klort o del irlandés Och aye. Hay incluso quien sostiene que su origen asienta sobre un error gramatical: el de convertir en siglas la sentencia anglosajona All correct ("Todo correcto"). Algunos la referencian atendiendo a abreviaturas de galletas (como las célebres Orrin Kendall), ciudades (Old Kinderkook, donde naciera el presidente norteamericano van Buren), puertos de mar (el haitiano Aux Cayes, famoso por la calidad de su ron), claves en comunicación (Open key), empleos militares (Oberst kommandant) y por supuesto personas (como el telegrafista Oscar Kevin).
Sin embargo, la más curiosa (aunque probablemente no sea la verdadera) se escenifica en la Guerra de Secesión americana. En ella y tras la batalla, los oficiales informaban a su retaguardia de las bajas producidas utilizando una pizarra... Y sin duda la mejor noticia que podían escribir era la de 0 killeds ("Cero muertos"), resumido en las siglas ok.
Sea como fuere, seguimos disfrutando de Castilla y León... Y por cierto, hasta ahora todo ¡ok!

jueves, 9 de julio de 2009

De bien nacidos...

Ya lo decía mi abuela mucho antes que el diccionario: de bien nacidos es ser agradecido. Por eso aprovecharé la entrada de hoy para dar las gracias a todos los medios que han reseñado mi obra o mi persona en los últimos meses: a diarios y revistas (Cuadernos para el Diálogo, Boletín de la Asociación Empresarial de Artes Gráficas de Aragón, periódico literario Irreverentes, Bierzo7...), portales culturales (losargonautas.net, divertinajes.com...), programas de radio (La llave en RCL-Zaragoza, El bosque de las palabras en Radio Morata...), etc.
También a los libreros que, aun estando fuera en época de ferias, han mantenido mis libros...
Y, por supuesto, a cada uno de mis lectores.
Anticiparos que ya hemos empezado a cerrar presentaciones y sesiones de cuentacuentos para la próxima temporada: Zaragoza, Logroño, Madrid, Vigo, Gijón... Y también, a fin de concluir esta serie de mensajes relacionados con Salamanca, compartir un secreto con vosotros: aun desarrollándose en distintas ciudades, la novela que estoy escribiendo termina precisamente en ella.
Os iré informando oportunamente.

martes, 7 de julio de 2009

Alcohol en tiempos de guerra

La primera vez que visité Salamanca fue allá, a finales de los ochenta, durante mi participación en un campeonato universitario de atletismo. La última, este pasado fin de semana sin mayor razón que disfrutar de la ciudad. Entre medias ha habido otras ocasiones. Quizá de las más emotivas fueran las de los dos veranos que pasé junto a mi amigo y profesor de historia Mariano Lázaro revisando documentos en el Archivo Histórico Nacional de la Guerra Civil, con motivo de un estudio sobre consumo de alcohol en la contienda.
De aquella investigación surgieron varias publicaciones (incluyendo dos artículos en la enciclopedia que editase el diario El Mundo), una beca y distintas ponencias a congresos. Hoy, de forma resumida, comparto con vosotros alguno de nuestros resultados:

Además de la propia situación de guerra, ya de por sí causante de distintos procesos emocionales que pueden abocar al alcoholismo, hubo otros factores que también contribuyeron decisivamente a su difusión. Tales factores estaban relacionados con algunos mitos erróneos vinculados a la bebida, y que en cierto modo todavía siguen vigentes en nuestros días. Así, por aquel entonces el alcohol era considerado popularmente como un alimento básico, un reconstituyente, un euforizante, un analgésico o, simplemente, una sustancia que permitía evadirse de la realidad... En esta línea, se consideró al vino como una parte esencial de la alimentación por el aporte calórico que se le otorgaba. No en vano, así lo recogían distintos tratados médicos e higienistas de la época, e incluso la propia tradición castrense. De hecho, durante la Primera Guerra Mundial el ejército francés había distribuido folletos entre sus soldados aconsejando su ingesta para “aumentar el vigor y el apetito, como fuente de calor y facilitador de la digestión”. Desde los manuales españoles de Higiene Militar se proclamaba que el vino “podrá tolerarse especialmente en campaña para mantener la fuerza física, energía moral y una cierta euforia, que en ciertas circunstancias puede ser útil”.
El coñac fue otra de las bebidas que disfrutó de un prestigio inusitado. Junto al tabaco, el turrón o el pan de higo formó parte de las llamadas “bolsas del miliciano”, aportadas desde la retaguardia republicana y distribuidas por la organización del Socorro Rojo Internacional entre sus combatientes hospitalizados. Llegó incluso a emplearse como medicamento, atribuyéndosele propiedades analgésicas, anestésicas y vigorizantes: “los sanitarios vuelven con los heridos de la cueva, inmediatamente se cargan las ambulancias; a uno le dan un tónico cardiaco, al otro una inyección, otro toma coñac; todos están bien vendados”. Se sabe que en el frente de Teruel (invierno 1937-38), con temperaturas inferiores a los 18 grados bajo cero, se dispensó de forma masiva para aliviar el intenso frío reinante (paradójicamente, y dadas las propiedades vasodilatadoras del alcohol, hoy tenemos la certeza de que tal prescripción estaba contraindicada).
Aquella confrontación hizo famoso en el bando nacional una especie de aguardiente apodado "revientafronteras" que, en atención a algunos testimonios, "se tomaba para insuflar valor antes de hacer el asalto con las bayonetas". Su réplica entre los republicanos fue el célebre “asaltaparapetos”, patentado en el frente de Bilbao, y del que se decía que estaba hecho con alcohol de quemar y pólvora blanca: “se administra una copita de este mágico elixir a cada combatiente rojo y el resultado inmediato es que se ha infundido al miliciano un valor rayando en la temeridad”.
Sin embargo, y pese a la aparente permisividad de la que gozó la bebida, ambos contendientes pretendieron atajar su consumo abusivo, a sabiendas de los serios problemas que entre sus filas ocasionaba...

lunes, 6 de julio de 2009

...Salamanca no lo presta

Es probable que sea así: lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta. ¡Qué ciudad tan bonita! Allí pasamos el fin de semana visitando sus catedrales, la casa de las Conchas, las universidades, tanto rincón de foto, el museo Art Deco...
Casualmente, sentado en una terraza de su plaza mayor, disfruté del reportaje que escribí sobre los niños de Morelia y Mi planeta de chocolate para la revista Cuadernos para el diálogo, del grupo Cambio16. Acaba de salir en los quioscos. Creo que ha quedado ameno e interesante, por lo que me animo a compartirlo con vosotros:
Quizá el marco de mis próximas lecturas no tenga tanta magia como éste. Salamanca nos ha conquistado. Y desde esa convicción os animo también a visitarla.