lunes, 31 de agosto de 2009

De por qué quise ser médico...

Practicar el arte de la Medicina es una de las cosas más bonitas que me ha pasado en la vida. Esta vocación proviene de la infancia y más concretamente de aquella temporada en que la neumonía ingresó a mi madre en un dispensario. Recién dada de alta, permanecía muchas horas en la cama sin que ninguno de sus hijos pudiéramos acercarnos.
Aun cuando mi pueblo no tiene facultativo, cada mañana venía a nuestra casa el titular del municipio de al lado para ver cómo se encontraba. Después de la visita, mientras él se lavaba en la pilastra con el jabón lagarto, ella siempre decía:
- Don Amadeo -así se llamaba tan afable doctor- es médico. Viene a curarme para que pueda estar con vosotros y no tenga que volver al hospital.
- Cuando sea grande -le respondía-, yo seré eso y te curaré. Así no tendrá que venir nadie y siempre estarás con nosotros.


Tras unos días de descanso, rescato este pasaje del libro El amor azul marino con motivo de la entrevista que en mi condición de médico y escritor me hizo Diario Médico. Salvo imprevistos, saldrá publicada en la edición de mañana.
Deseo que os guste (trataré de colgarla en el blog para quienes no puedan acceder a ella) y, como siempre, nos seguimos leyendo.

sábado, 1 de agosto de 2009

Cerramos hasta septiembre

Hubo un librero que cierto día me dio un consejo: "debes cuidar a tus lectores". Sin embargo, con el paso del tiempo, he descubierto que son mis lectores quienes cuidan de mí. Entre los muchos ejemplos que podría contaros me quedo con el último: el de Rocío y Javier. En su reciente viaje a la India ambos visitaron la Fundación Vicente Ferrer, a la que pertenecen los dos niños que apadrinan. Allí, además de vivir una experiencia única y constatar en persona el trabajo extraordinario de dicha Fundación, conocieron a Ana Ferrer. Era la primera vez que recibía a un grupo de padrinos después del fallecimiento de su marido. Nunca le faltó una sonrisa.
De la entereza de esta mujer aprendieron muchas cosas; sobre todo que su labor seguiría adelante y que Vicente continúa estando allí. Antes de volver, tuvieron el detalle de regalarle mi último libro: "Mi planeta de chocolate". Ana les dijo que lo leería.
Gracias Rocío y Javier, de corazón... por vuestro ejemplo, por vuestra amistad.
Y otra cosa: aunque estemos trabajando, cerramos el blog hasta septiembre. Tened un feliz verano y, por supuesto, nos seguiremos cuidando.